Si nos detenemos a pensar en todas las implicaciones que las emociones tienen sobre los diversos ámbitos de nuestras vidas, podemos notar que se trata de un tema de gran complejidad. Si las emociones no se analizan y se tratan, pueden generar grandes conflictos tanto a nivel personal como a nivel profesional profesional. Por esta razón, es importante que las organizaciones y los colaboradores que trabajen en éstas, generen conciencia sobre la importancia de la Inteligencia Emocional. La naturaleza de las organizaciones lleva a enfrentar diferentes niveles de relaciones interpersonales que pueden ir desde el compartir un espacio físico con los compañeros hasta generar dinámicas de trabajo interdisciplinario que requerirá compartir ideas, conocimientos y posturas; esto, si consideramos las diferencias individuales, generará desacuerdos y conflictos que requerirán ser enfrentados con IE para evitar problemas mayores que impacten negativamente las relaciones entre las personas, el ambiente laboral y la productividad.
¿Qué es la inteligencia emocional (IE)?
“La IE es una competencia que se refiere a la forma de manejar las emociones ante el entorno en el que se desenvuelve la persona y a la capacidad que ésta posee para adaptarse a cada situación que se le presenta.” (Fernández, P. & Extremera, N., 2005). Para ser capaz de manejar las emociones y de controlar los impulsos que se derivan de éstas, es necesario entender qué son las emociones.
“Las emociones son un proceso psicológico que (por medio del sistema nervioso, la secreción de hormonas, experiencias previas, la formación de sentimientos, procesos cognitivos, patrones expresivos y de comunicación) prepara al ser humano para enfrentar las diversas situaciones que se presentan en el entorno; actúan como una herramienta de supervivencia y conservación” (Fernández, E., et al., 2010).
Como podemos ver, la IE resulta un complejo entramado que parte del individuo y se configura en la relación con los otros. Sin duda es un tema fundamental para las organizaciones, pues a través de ella será posible convivir con otros compañeros de manera sana y cordial, además de poder resolver e, incluso, evitar conflictos inherentes al trabajo.
Los cuatro aspectos de Daniel Goleman (2005) para desarrollar una IE
- Conciencia de sí mismo: necesaria para el reconocimiento de las propias emociones.
- Autogestión: que permita aprender a regular las propias emociones.
- Conciencia social: que permita reconocer el impacto que tienen las emociones en el entorno.
- Gestión en las relaciones: necesaria para aprender a regular las emociones para la interacción con el entorno.
A partir de estos cuatro aspectos, podemos identificar que tienen una doble implicación: Por un lado está la implicación personal, la cual se relaciona con la necesidad de identificar las propias emociones y su control. Por el otro lado, está la implicación social (incluye el ámbito laboral), la cual se relaciona con la capacidad de reconocer que las emociones no se viven exclusivamente en lo individual, sino que impactan en las relaciones con los demás.
¿Qué se necesita para desarrollar IE?
- Reconocer nuestras emociones: identificar cómo se viven, qué reacciones se toman ante ellas y cómo impactan en el entorno y en los otros.
- Identificar las situaciones que detonan la emoción: esto es posible si analizamos las circunstancias que anteceden a la emoción.
- Identificar patrones de conducta que puedan generar emociones negativas: Es importante hacerse consciente de ellos para poder modificarlos y eliminar el origen de la emoción que está afectando.
- Reconocer las emociones de los otros: Debe tenerse claro que todos experimentan emociones diferentes y debe de generarse cierto nivel de empatía, pero sin apegarse a esas emociones.
Es importante generar el desarrollo de la Inteligencia emocional en las organizaciones, ya que la interacción constante entre personas que tienen perfiles, ideas, creencias y formas de ser tan diferentes implica una serie de emociones que se tienen que saber manejar. Si no se tiene la capacidad de controlar las emociones, se pueden generar conflictos y problemáticas que no afecten sólo a las personas involucradas, sino al ambiente laboral, la eficiencia y la calidad de las organizaciones.
Referencias
Bisquerra, R. (2003). “Educación emocional y competencias básicas para la vida”. Revista de investigación educativa. 21 (1), 7-43. Barcelona, España
Fernández, E., García, B., Jiménez, M., Martín, M., & Domínguez, F. (2010). Psicología de la emoción. Editorial Universitaria Ramón Areces. Madrid, España.
Fernández, P. & Extremera, N. (2005). “La inteligencia emocional y la educación de las emociones desde el modelo de Mayer y Salovey”. Revista interuniversitaria de formación de profesorado. 19 (3), 63-93. Málaga, España
Goleman, D. (2005). La inteligencia emocional en el trabajo. Kairos, Barcelona.
Goleman, D. (1996). La inteligencia emocional. 7° ed. Kairos, Barcelona.